En los últimos tiempos asistimos a un cambio de paradigma en el que empresas e instituciones giran su mirada hacia la sociedad y hacia la persona, considerándola en su concepto más global, más humano, más allá de contemplarlas como meros consumidores de productos y servicios.
La sociedad demanda a la empresa una actuación responsable y comprometida, en la que sean tenidas en cuenta las expectativas de los grupos de interés: clientes, empleados, proveedores, accionistas, y sociedad en general.
En este sentido, el arte y la cultura, como expresión de libertad, de conocimiento, de estímulo para crear e innovar, y manifestación de lo más sublime en el ser humano, es un vehículo extraordinario para empresas e instituciones a través de los cuales desarrollar acciones de generación de valor compartido, cohesión social y de impacto positivo.